Evolución Política del Sahara I


ANTONIO RAMOS-YZQUIERDO ZAMORANO
LA JABAR Nº24


Una tendencia general ante un acontecimiento que nos mueve de manera emocional es la de considerar únicamente los hechos recientes sin atender demasiado a sus raíces, pues éstas o no concuerdan con nuestros sentimientos actuales o las hemos olvidado o nunca las hemos sabido y no tenemos interés en conocerlas.

La mayoría de los humanos se deja llevar por esta tendencia y entre ellos los españoles que ante el problema del Sahara dejan que sentimientos de compasión y una vaga sensación de culpabilidad nacional nublen su perspectiva histórica y por lo tanto sus posibilidades de comprenderlo.

La población del Sahara sin necesidad de remontarse a la prehistoria estuvo compuesta por las tribus bereberes senayas que en sus luchas con otros bereberes, los zenata, se extendían más o menos hacia el norte del Magreb y sin muchos problemas mantenían sus límites en la sabana subsahariana. Estas tribus eran en su mayoría nómadas, aunque los tuareg practicaban la trashumancia entre campamentos de invierno y verano con desplazamientos reducidos dentro de un mismo valle, y como tales nómadas controlaban las rutas comerciales entre el norte y el centro de África a través del desierto, su movilidad y riqueza se basaban a partir del siglo IV en el camello. Un poco apartados de la primera oleada musulmana del siglo VII, su conversión al Islam se produce en el siglo IX, dos siglos después que la totalidad de la antigua Mauritania romana, Ifriquiya para los árabes.



Los almorávides con un fanatismo religioso inicial proceden de una tribu senaya y logran fundar un imperio que se extiende por todo el Magreb y parte de la península Ibérica, pero seguirlos nos llevaría fuera del Sahara.

Llega una segunda invasión de beduinos, los Beni Hilal que procedentes de la península de Arabia se instalan en Egipto y con su modo de vida, nómada y depredador, eran una molestia permanente para los califas fatimíes de El Cairo por lo que éstos los lanzan sobre el norte de África. Tres tribus componían esta oleada, los Beni Hilal, los Beni Sulayman y los Beni Makil, los primeros más numerosos y guerreros llegan hasta el Atlántico después de muchas peripecias, victoriosas unas, otras no tanto, y empujaron otra vez a los bereberes senayas hacia el desierto. Estos árabes hilalíes eran expertos jinetes y militarmente superiores a los bereberes nómadas, pero utilizaban también el camello como medio de carga y de transporte y trajeron con ellos una nueva especie de camello, el mehari con sus conocidas cualidades de rapidez y resistencia.

Otra de las tribus, la menos numerosa, los Beni Makil que procedían del Yemen, ocupaba el flanco sur de la oleada hilali por lo que su camino les llevó directamente al desierto donde a su vez dominaron a los senayas nómadas hacia el siglo XIII. Los árabes invasores hablaban un dialecto del árabe distinto de los que eran usados en el resto del Magreb y como una de las familias dominantes era la de los Beni Hassan a su lengua se la conoció como “hasanía” y sigue siendo tan diferente que un habitante de Rabat tiene dificultades para entenderse con un saharahui. Los Beni Makil impusieron su organización social con los Hasan o “arab” descendientes de los Makil en primer lugar, luego los “zuaya” o morabitos, religiosos y dedicados al estudio, detrás los tributarios “snaga” o senaya, seguidos por los “maallim” o majarreros artesanos del metal y la madera, quizás descendientes de judíos y al final de la escala social los esclavos en sus dos clases “haratin” o libertos y “abid” esclavos.

Estas tribus se extendían en una amplia zona que por el curso del uad Nun llegaba hasta Igli en el este, descendía por Regganne hasta el recodo del Níger y terminaba por el oeste en el cabo Timiris al norte del actual Nuakchot. Políticamente formaban una confederación de tribus que realmente sólo funcionaba ante un enemigo exterior, pues entre ellos las rivalidades y desacuerdos, muchas veces resueltos por las armas, eran frecuentes.

En su organización administrativa el poder lo tenía la Yemaa, una asamblea de notables que se reunía para decidir sobre los asuntos importantes, el Chej era el poder cotidiano y como administrador de justicia el Cadí nombrado generalmente por la Yemaa, aunque en ocasiones lo nombraba un consejo de cuarenta guerreros notables, la Etarbeen.
Esta era en líneas generales la organización social y el reparto del poder que se encontraron los españoles a su llegada al Sahara. En la zona que quedó a cargo de España después de grandes reducciones de su extensión en los sucesivos tratados con Francia se encontraban como tribus más importantes los Ulad Delim entre los árabes o guerreros, los Izarguien, Ait Lhasen y Yagut entre los tecna, los Erguibat Sahel tribu chorfa o religiosa, la más numerosa, y los snaga Ait Musa y Ulad Tidrarin.

La penetración y establecimiento español en la costa occidental de África está representada de norte a sur por el enclave de Ifni, devuelto graciosamente a Marruecos en 1969, que era de hecho el límite norte de los recorridos de los nómadas, mercado de camellos de Gulimín al SE de nuestro enclave, la zona desde el uad Draa hasta el paralelo 27º 40’ fue incluida en el tratado con Francia de 1912, en el protectorado que ejercía España en Marruecos en la abrupta zona de El Rif, sin muchas razones por nuestra parte solamente como conveniencia francesa y desde el 27º 40’ hasta el 21º 20’ y la península de La Güera era colonia.

La colonización española del territorio se llevó a cabo de manera pacífica y durante bastante tiempo con poca intensidad, encargado el proceso a unas ligeras y escasas fuerzas militares que actuaban a las órdenes de un Gobernador que unía el poder civil y militar. De acuerdo con esta filosofía las relaciones con la población nativa se adaptaban a su organización tribal y familiar realizándose a través de los Chiuj.

Con la lenta extensión de nuestra escasa presencia al final de la II Guerra Mundial, se van creando lazos con los saharahuis por medio de los oficiales destacados en los puestos y las patrullas que se efectuaban por las zonas de pastos, con lo que se consigue un mejor y mayor conocimiento del territorio. En una expedición científica se localizan los fosfatos de Bu Craa.

En el año 1956 se devuelve a Marruecos la zona norte del Protectorado.

Entre 1956 y 1957 la política de España con relación a la actuación de las bandas armadas del Ejercito de Liberación contra los franceses en Mauritania y la Argelia sahariana es ambigua y nada rentable, pues los franceses responden con firmeza y energía a los ataques de las bandas las que ante las pocas probabilidades de éxito se vuelven contra lo que consideran más débil y presumen más fácil, la zona española, y entre finales de 1957 y principios de 1958 se produce la “guerrita”, nunca fue reconocida como guerra al no haber otro estado beligerante pues Marruecos a pesar de su apoyo no muy disimulado al Ejército de Liberación siempre hablaba de bandas armadas incontroladas. El “follón”, como lo llamaban los nativos, termina en febrero de 1958 y marca un punto de inflexión en la atención que España prestaba al Sahara, símbolo de ello es el decreto del 10 de enero de 1958 en el que se declara al Sahara provincia española.

En abril de 1958, ya sin la presión de las bandas armadas, España cede a Marruecos la zona sur del protectorado, la zona tecna, comprendida entre el uad Draa y el paralelo 27º 40’, en realidad se debería haber entregado junto con la zona norte del protectorado en 1956, pero la actuación de las bandas armadas retrasó la entrega hasta el acuerdo de Cintra firmado por Castiella y Balafrej el 1 de abril del 1958. Esta cesión, fruto del error político del 1912, entregaba en realidad una parte del Sahara a un Marruecos que nunca había tenido soberanía sobre esta zona, el mismo sultán de Marruecos al conceder el permiso para el asentamiento de Santa Cruz de Mar Pequeña, Ifni, reconoció que su poder no llegaba más allá del uad Nun.

Otro error político fue no conseguir en Cintra el reconocimiento por parte de Marruecos de que el paralelo 27º 40’ formaba su frontera sur.

En 1960 la ONU dicta una resolución sobre los pueblos no autónomos que tenían derecho a un referendo para manifestar sus deseos de independencia, en su caso, en la relación se incluye el Sahara Occidental, la resolución era fruto de la fiebre descolonizadora atizada por las potencias y naciones socialistas. España acepta por medio de Piniés, su representante en la ONU, la recomendación de iniciar el proceso de descolonización el 7 de diciembre de 1963 y comienza los preparativos para que la retirada de España sea lo menos traumática posible y crea ya algunos órganos administrativos formados por saharahuis, la Yemaa General, los cabildos y ayuntamientos y también inicia la preparación de las personas que podrán ejercer puestos de administración y técnicos en el futuro estado, se preveían unos años de tutela española antes de la marcha definitiva.

Las reclamaciones de Mauritania y Marruecos ante la ONU obligan a realizar un referendo, el previsto en el proceso de descolonización para consultar la voluntad de los saharahuis, para ello es imprescindible la existencia de un censo que se lleva a efecto durante 1974 salvando las dificultades inherentes a la condición de nómadas a las que se añadía el hecho de las fronteras artificiales de la colonización, inamovibles por decisión de la Organización de Estados Africanos, OUA, y que dejaban a posibles saharahuis históricos y geográficos en Marruecos, Argelia, Mauritania e incluso El Mali fuera del mismo. El censo da una cifra de 73.497 habitantes de origen saharahui.

En 1973 había nacido un partido político de carácter independentista y revolucionario, el Frente Popular para la Liberación de Saguia el-Hamra y Río de Oro, más conocido como el POLISARIO, fue la unión de unos activistas independentistas del Sahara con un grupo de estudiantes saharahuis en Marruecos que se reunieron en Zuerat (Mauritania).

Al principio su escaso número hace que sus acciones contra puestos y patrullas españolas no tengan mucha importancia.

Para contrarrestar esta actividad política la administración española crea el Partido Revolucionario Progresista que no logra atraer a la población y en 1974 lo sustituye por el Partido de Unión Nacional Saharahui, el PUNS y se nombra Secretario a Alí Henna.
Llega una comisión de la ONU el 12 de mayo del 1975 para estudiar la situación del proceso descolonizador lo que aprovecha el POLISARIO para manifestar su rechazo a la presencia de España, mientras que el PUNS no da señales de vida, pronto este partido sufriría un gran golpe en su credibilidad cuando su Secretario General se fuga a Marruecos y rinde pleitesía al Sultán marroquí, de paso se llevó la caja de caudales del partido.

El POLISARIO crece en número y peligrosidad y secuestra a dos patrullas españolas contando con la traición y deserción de los soldados nativos que formaban parte de ellas, realiza acciones terroristas en El Aaiun con la colocación de bombas contra los saharahuis que se presumían más partidarios de la presencia de España, actúan también con crueldad contra los nómadas en el desierto para impedir que informen a los españoles.

Otros partidos políticos de menor importancia son el Frente de Liberación y Unidad, FLU y el MOREHOB o partido de los “hombres azules” ambos de tendencia e inspiración marroquí.

Una deserción notoria fue la de Hatri el Yumani, Presidente de la Yemaa, que se fue a Marruecos el 5 de noviembre del 1975 y fue recibido por el Sultán, aunque de este individuo se podía esperar cualquier acción de este tipo conociendo su sinuosa trayectoria personal.

El tema de la descolonización y del destino de los saharahuis se lleva ante el Tribunal Internacional de Justicia, Marruecos no esta conforme con las resoluciones de la ONU y cree que ese camino le favorece, al tiempo que retrasa la celebración del referendo.

El veredicto emitido el 13 de diciembre del 1974 no deja duda sobre dos cosas, el Sahara Occidental a la llegada de España no era “tierra de nadie”, existían unos pobladores, aunque estos fueran nómadas, con su organización social y cultura y no tenían ningún vínculo de dependencia con Marruecos ni Mauritania.

Hassan hace una interpretación sui generis del dictamen y asegura que se han confirmado las tesis marroquíes y que el Sahara es suyo.
En 1975 el mundo era bipolar con las dos potencias dominantes en plena “guerra fría” y dividido en zonas de influencia bien definidas, por lo que es evidente que la implantación del POLISARIO en un estado independiente en el Sahara con el apoyo de Argelia y a través de ella de Rusia no era vista con agrado por los Estados Unidos que no querían una ventana comunista abierta en las costas del Atlántico central, de ahí su apoyo a Marruecos, el único régimen pro-occidental de la zona.

En España la enfermedad del General Franco abría una interrogación sobre el futuro del país, sobre todo para los observadores extranjeros que preveían un largo periodo de inestabilidad interna lo que no aconsejaba apoyar al gobierno español de ese momento, igualmente los grupos económicos incluidos algunos grupos españoles no veían claro el porvenir del Sahara en manos españolas y menos en la de los revolucionarios saharahuis, por lo que apoyaban a Marruecos en su afán de anexionarse el Sahara. Esto se puso de manifiesto en la organización de la Marcha Verde, una forma de presión y chantaje a España que tuvo como consecuencia inmediata los acuerdos de Madrid entre Mauritania, Marruecos y España el 14 de noviembre del 1975, poco antes, el día 6, el Consejo de Seguridad de la ONU había exigido a Marruecos que retirara a los participantes de la Marcha fuera del Sahara.

El acuerdo de Madrid no tiene validez jurídica, España no podía de forma unilateral ceder la administración del territorio, clasificado por la ONU como descolonizable, a Marruecos y a Mauritania, por descontado aún menos podía ceder una soberanía que no poseía, además esta transferencia era sólo temporal, hasta el 26 de febrero de 1976, por lo que sin ningún título jurídico para justificar su presencia y todavía menos la anexión de la parte mauritana al retirarse Mauritania en 1979, la ONU considera que Marruecos ejerce una persistente ocupación del Sahara Occidental.
Marruecos sigue buscando dar una base jurídica a su presencia y lo intenta de nuevo, esta vez con Mauritania y firman un acuerdo para repartirse el territorio, el norte para Marruecos y el sur hasta el paralelo 24º, el Tiris-Garbia, para Mauritania. Este acuerdo se firma el 14 de abril del 1976, pero este tratado tampoco tiene ninguna validez internacional.

En Bir Lehlu un paso más del POLISARIO, se proclama la fundación de la República Árabe Saharahui Democrática, la RASD, que se convierte en uno de los actores políticos del problema, lo de democrática es un apellido que se ponían en la época todas las repúblicas socialistas, aunque fuera una democracia singular, de entrada en la RASD un partido único el POLISARIO y prohibición de cualquier otro partido, tampoco hay elecciones por lo que estos hechos concuerdan poco con los usos democráticos. Bien es verdad que Marruecos no puede dar muchas lecciones al respecto por lo que la deserción de algunas figuras importantes del POLISARIO para irse a Marruecos invocando la falta de democracia en la RASD no tiene muchos puntos de apoyo.

Al retirarse España en 1976, estalla la guerra entre el POLISARIO, Marruecos y Mauritania. Esta última atacada por el POLISARIO no tiene fuerzas ni interés en defenderse por lo que cesa las hostilidades y se retira de su parte que inmediatamente es ocupada por Marruecos en sus puntos principales, con lo que el acuerdo firmado entre los dos países queda sin efecto.

Marruecos es un adversario de mayor entidad y aunque al principio el POLISARIO con unas fuerzas formadas en su mayoría por antiguos soldados de la Agrupación de Tropas Nómadas del Sahara y de la Policia Territorial logra algunos éxitos tácticos la estrategia defensiva marroquí con la construcción de muros de arena y el empleo de radares de vigilancia conjugados con el fuego de artillería va empujando hacia el este a las cada vez menos numerosas fuerzas saharahuis que al final controlan una parte muy reducida del territorio, que llaman pomposamente zona liberada, apoyada en la frontera con Mauritania y Argelia.

La imposibilidad para las dos partes de llegar a una solución militar definitiva y la presión de la OUA llevó a un “alto el fuego” y a la aceptación por las dos partes del Plan de Paz de la ONU en 1990 complementado con los acuerdos de Houston en 1997 y otras reglamentaciones sobre el censo en 1999. Este plan se reflejaba en el despliegue de la MINURSO en abril de 1991 y en la elaboración de un censo que tomaba como base el español de 1974 y cuya lista de votantes se publicaba el 17 de enero del 2000 e incluía a 86.381 personas con derecho a voto.

La ruptura del Plan de Paz por Marruecos que bloquea el referendo no encuentra una respuesta firme por parte de la ONU y se presenta un nuevo plan, el Plan Baker I, por el nombre del diplomático norteamericano James Baker nombrado por la ONU, en el que sus propuestas favorecen claramente la postura de Marruecos, se puede decir que la inspiración del plan viene directamente de Marruecos. Este plan no prosperó por sus claras contradicciones con el derecho internacional y lo dispuesto para la autodeterminación, el Consejo de Seguridad lo rechazó en su resolución 1429 del 30 de julio del 2002.

Argelia hizo una propuesta bastante sensata para solucionar el problema indicando que lo más conveniente era que la ONU tomase directamente la administración del territorio y cumpliese sus propias resoluciones, pero su esfuerzo fue baldío pues la propuesta no fue aceptada.

En cambio se contempló de nuevo la partición del Sahara Occidental de una forma más o menos parecida a la del acuerdo mauritano-marroquí. La idea aceptable en teoría no lo era en la práctica pues las posiciones geográficas relativas de la RASD y Marruecos no eran las mismas, ni la repartición podía ser tan injusta que dejara la parte rica a Marruecos y un trozo de desierto sin ninguna riqueza conocida para la RASD.

De aquí se llega al conocido como plan Baker II o “Plan de Paz para la autodeterminación del pueblo del Sahara Occidental” que se hizo público en mayo del 2003 y apoyado, que no aprobado, por unanimidad por el Consejo de Seguridad en su resolución 1495.

Argelia y el POLISARIO aceptan el plan aunque proponen una serie de reparos, sobre todo en la cuestión de los votantes, pero Marruecos no lo acepta, lo que no deja de causar extrañeza pues el plan es francamente favorable a sus deseos. Se puede presumir que la anexión del Sahara en unas condiciones de autonomía y democracia que no se dan en el resto de su territorio le crearía problemas internos o que no está seguro del sentido del voto de los colonos marroquíes instalados en el Sahara que podrían votar a favor de la independencia y plantea una serie de objeciones, unas humanitarias acusando al POLISARIO de violaciones de los Derechos Humanos en relación con los prisioneros marroquíes y otras diciendo que la estructura tribal de la RASD puede dar lugar a problemas de fricciones internas. La primera objeción ha sido contestada con la liberación de los últimos prisioneros en poder del POLISARIO, 404, y en cuanto a la segunda, la estructura tribal también existe en la zona controlada por Marruecos y en zonas del mismo Marruecos sin que por si misma haya dado lugar a conflictos.

La dimisión de Baker y los sucesivos nombramientos de Enviados Personales de Kofi Annan, el peruano Álvaro de Soto y Peter van Walsun reflejan los problemas existentes para encontrar nuevas soluciones pues todas chocan con la injustificada pretensión marroquí de considerar dentro de su integridad territorial lo que llama las “provincias del sur”.

España que después del grave error político de los acuerdos de Madrid de 1975 ha mantenido una postura de neutralidad más o menos activa y de total respeto a las resoluciones de la ONU, aunque sigue siendo de iure la potencia administradora al no serlo la ONU y no poder España renunciar a ello de forma unilateral, parece que últimamente ha adoptado una posición más favorable a las tesis de Francia y Marruecos y aunque el error del 75 tenía su justificación en la situación interna española y en la actuación del POLISARIO con sus ataques a puestos y patrullas, no debería abandonar su política de apoyar las decisiones de la ONU y aunque su peso en la política internacional no es grande, sí podría hacer algo a favor del pueblo saharahui hacinado en Tinduf; de los alrededor de 150.000 habitantes de los campamentos un número no mayor de 100.000 podrían tener derecho a la nacionalidad española con un convenio similar a los países de Sudamérica con los que existe la doble nacionalidad, lo que les facilitaría el poder venir y trabajar o estudiar en España, el número de los beneficiados por esta medida sería insignificante en comparación con el de los inmigrantes que entran cada año en España y éstos a pesar de su religión serían fácilmente integrables por su segunda lengua, el español, y por haber estado muchos de ellos en contacto con españoles y con la administración española, no hay que olvidar que en un momento, en el que nos convenía, hicimos del Sahara una provincia española y a sus habitantes les dimos un DNI cuyo archivo sigue conservándose.

El cambio de la posición española con un apoyo implícito a la postura marroquí ante el conflicto constituye una baza a favor de Marruecos en el ámbito internacional.
Después de la dimisión de James Baker y el corto paso del peruano Álvaro de Soto se nombra al holandés Peter van Walsum para que tutele las conversaciones directas que entre Marruecos y el POLISARIO se van a celebrar en Manhasset, Condado de Nassau en la costa norte de Long Island, cerca de Nueva York, como consecuencia de la resolución 1754 del Consejo de Seguridad de la ONU de fecha 30 de abril del 2007, que convocaba a las dos partes a “establecer negociaciones directas sin condiciones previas y de buena fe” llama la atención la aparente ingenuidad de esta resolución.

Las conversaciones empezaron el 19 de junio del 2007, Manhasset I, continuaron el 10 de agosto, Manhasset II, sin más acuerdos que la fecha de la siguiente reunión.

En Manhasset III, el 8 de enero del 2008, el Secretario General Ban Ki-moon exhortó a las dos partes para que sus debates fueran “más intensos y sustanciales”.

En Manhasset IV, el 18 de marzo del 2009, no se producen avances y ni siquiera se fija la fecha de la próxima reunión. Durante estas conversaciones y hasta el final de las mismas las dos partes, el POLISARIO y Marruecos seguían aferrados a sus posiciones ya tradicionales, Marruecos parte de la base de que su propuesta de autonomía es el punto de partida para cualquier acuerdo y que no es necesario un referendo para llegar a ella y el POLISARIO que es necesario el referendo y una de sus preguntas ha de ser la opción de independencia, posición esta última que está en la línea de las sucesivas resoluciones de la ONU, mientras que la de Marruecos parte de la falsa premisa de que las provincias del sur, como las llaman en su lenguaje oficial, forman parte de su territorio y no se puede tratar de romper la integridad del reino de Marruecos.

Unas declaraciones de Peter van Walsum, el 24 de abril, en las que califica las ansias de independencia del POLISARIO como poco realistas dan lugar a su dimisión o destitución y a la suspensión de las conversaciones hasta el nombramiento de un nuevo Delegado Personal de Ban Ki-moon.

Mientras tanto en la reunión del Comité Especial de Veinticuatro sobre Descolonización en Bandung (Indonesia) entre el 14 y 16 de mayo, Kamal Fadel del POLISARIO y representando a la RASD manifiesta que por su parte se han hecho varias propuestas al hilo de las resoluciones 1754, 1783 y 1813 del Consejo de Seguridad y que estas propuestas están absolutamente dentro de la legalidad internacional e incluyen una visión de futuro que conduciría a una amplia cooperación con Marruecos en política exterior, economía y defensa partiendo como condición ineludible de la celebración de un referendo libre y justo.

Ataca la autonomía propuesta por Marruecos, pues ésta parte de la base de una supuesta soberanía sobre los territorios del Sahara Occidental, ignorando su situación como territorio a descolonizar y por descontado la posibilidad de su independencia.

También acusa a Marruecos de violación reiterada de los Derechos Humanos con su actuación sobre los saharauis residentes en la zona ocupada y de explotar indebidamente los recursos naturales del territorio.
Marruecos mantiene en los foros internacionales y en sus conversaciones directas con el POLISARIO la tesis de que es inútil hablar sobre independencia y que la base de los debates ha de ser su propuesta de autonomía, dando por sentada de manera inamovible su soberanía sobre las provincias del sur.

Acontecimientos en El Aaiún y en Marruecos, manifestaciones pidiendo el referendo o la independencia, forman parte de la nueva estrategia del POLISARIO que rehúye la confrontación directa pues se sabe en inferioridad de condiciones, tanto militares, como de población y territorio. Ante estas acciones la respuesta marroquí no parece muy acertada con numerosas detenciones de activistas saharahuis, algunos de ellos mujeres, poca transparencia en la acción de la Justicia, en los lugares y en los tiempos de detención, prohibición de entrada de periodistas y políticos de otros países, ya sean noruegos o españoles, actitud que no ofrece una imagen muy democrática del país vecino, imagen ya muy deteriorada con los problemas de las pateras y la inmigración ilegal, unas veces consentida y en otros momentos reprimida de un modo brutal.

Desde el punto de vista internacional 86 naciones reconocen a la RASD como estado, aunque su territorio sea actualmente mínimo y ninguna reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. A partir de 1982 la OUA, Organización para la Unidad Africana, admite como miembro a la RASD, República Árabe Saharahui Democrática, y Marruecos se retiró por lo tanto de ella.
Solo hay un país que pueda imponer una solución al conflicto que sea aceptada de buena o mala gana por Marruecos y su gran valedor, Francia, y este país es los Estados Unidos.

La posición de Estados Unidos hasta hace poco tiempo era favorable a las tesis marroquíes, aunque su interés por la situación en la zona en litigio parecía haber menguado desde la retirada el 11 de junio del 2004 del Enviado Personal del Secretario General de la ONU, James Baker, de nacionalidad estadounidense, y ese desinterés permitió los nombramientos sucesivos del peruano Álvaro de Soto y del holandés Peter Van Walsum.

Los primeros indicios de la nueva mirada americana sobre África se observan ya con la administración Bush, creación del Mando para África (AFRICOM) el 6 de octubre del 2007 con sede en Stuttgart, parece que está en estudio la instalación de este Mando en África, la zona elegida pudiera ser el antiguo Cabo Juby, actual Tarfaya, en los alrededores de Tan Tan.

Una visita importante es la realizada por Condoleeza Rice a Rabat en su viaje por los países del Magreb, incluida Libia y excluida Mauritania. En Rabat afirmó que los EE.UU. iban a mediar para encontrar una solución al problema del Sahara Occidental. Según ella había hablado con el Secretario General de la ONU y cree que hay buenas ideas sobre la mesa por lo que no sería útil examinar otras y comenzar desde el principio. No está claro que al citar las buenas ideas se refiera a las propuestas saharauis o a la de Marruecos, de todas maneras al expresar el deseo americano de intervenir, no hace sino confirmar la línea histórica que desde la década de 1940-1950 vienen manteniendo, línea nunca abandonada aunque su expresión sea intensa, apoyo a la Marcha Verde, o más amortiguada, dimisión de James Baker y nombramientos de Álvaro de Soto y Peter van Valsum.

Al aprobar el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución 1871, que mantiene el derecho a la autodeterminación de los saharahuis, la embajadora de los EE.UU. ante la ONU, Susan Rice, no citó para nada el plan marroquí de autonomía, cuando hacía un año que el anterior embajador lo había apoyado públicamente.

En la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de los Países No Alineados celebrada en Sharm Sheikh (Egipto) en su declaración final manifestaron su apoyo a todas las formas de autodeterminación siempre que tengan en cuenta los deseos, libremente expresados, de los pueblos interesados y ratificaron su adhesión a todas las resoluciones de la ONU sobre la descolonización del Sahara Occidental.

El candidato de Obama para ser embajador en Marruecos, Samuel Kaplan, en unas declaraciones al World Tribune, no hizo mención alguna del plan de autonomía sino que afirmó, que en caso de ser confirmado, apoyaría plenamente al Enviado Personal del Secretario General de la ONU para colaborar con todos los países de la región en el esfuerzo de lograr una paz justa y duradera con una solución política mutuamente aceptable.

Otra prueba del nuevo interés americano por resolver el contencioso del Sahara es el nombramiento como Enviado Personal del Secretario General de la ONU del diplomático Christopher Ross, que ha sido embajador en Siria y Argelia y habla perfectamente el árabe además de ser experto sobre el terrorismo islámico. Su nombramiento ha sido aceptado por el POLISARIO y por Marruecos, así como por Argelia, Mauritania como consecuencia de su último golpe de estado, 6 de agosto del 2008, estaba fuera de los circuitos ordinarios internacionales.

Después de los primeros contactos de Ross en un viaje por los países del Magreb, incluida Mauritania, y España, se resalta también el interés de los EE.UU. al incluir en esta ronda de visitas a Washington, Ross propone a Ban Ki-moon que antes de reanudar las conversaciones entre las partes en Manhasset, se reunieran en un nivel más bajo y más distendido para tratar de llegar a un desbloqueo de la situación.

La reunión el 10 de agosto del 2009 en Dürstein (Austria) en el lujoso hotel Schloss a orillas del Danubio, solamente aportó como novedad que la atmósfera entre los seis miembros de las dos delegaciones fue más cordial y comieron juntos durante las 48 horas que duraron las conversaciones, se llevó a cabo algún avance en las medidas de visitas recíprocas por tierra entre las familias saharahuis situadas a uno y otro lado del muro bajo la inspección de la ONU.

Pero la solución del litigio sigue bloqueada en sus posiciones primitivas, reconocimiento de la soberanía marroquí por un lado y referendo con la posibilidad de independencia por otro. Según parece se volverán a reunir antes de fin de año, aunque no se ha concretado fecha ni lugar.
Pero quizás el argumento más importante que justifica este cambio de tendencia es la carta que Obama dirigió a Mohamed VI en la que sin citar para nada el plan de autonomía marroquí expresa su apoyo a la labor de la ONU a través del Enviado Personal de Ban Ki-moon, Christopher Ross, y manifiesta su compromiso para ayudar a encontrar una solución duradera y justa que satisfaga a todas las partes implicadas para terminar con el sufrimiento de las poblaciones.
Es evidente que Washington presiona a las dos partes, sobre todo a Marruecos, para llegar a una solución de este conflicto que dura ya más de tres décadas y como lo que se trasluce de las declaraciones de ambas partes no arroja ninguna luz sobre una posible solución habrá que pensar que las posibles soluciones vendrán de otro lado.
Obama podría fundamentar su solución en un autogobierno de los saharahuis, en el respeto de los derechos humanos y en una justicia independiente y dando una vez más pruebas de su pragmatismo busca crear en el Sahara Occidental una entidad, llámese como se llame, con identidad propia y una vez logrado esto, ya se verá.

Mientras tanto por la parte del POLISARIO se refleja un cauto optimismo en las declaraciones públicas de sus dirigentes aunque se recurra para consumo interno a los tremendismos de la continuación de la lucha armada, a la vez que del lado de Marruecos se manifiesta un cierto nerviosismo en sus círculos de prensa oficiosos que afirman que resucitar el plan Baker no es de recibo a la vez que lamentan que en la reunión de los representantes de los partidos políticos marroquíes con Ross, donde se pretendía dar una imagen unitaria sobre las reivindicaciones marroquíes de integridad territorial, lo que se consiguió fue transmitir la de un Marruecos expansionista con alusiones al sueño de El Fassi del Gran Marruecos y el abandono de parte de su territorio para crear Mauritania.

Se puede pronosticar con algunos visos de certeza que el plan que será objeto de la propuesta de solución girará en torno al Plan Baker II con algunos retoques, por ello es interesante dar un repaso a su contenido.
El referendo para determinar el futuro del Sahara se celebrará entre los cuatro y cinco años después de la entrada en vigor del plan. Las preguntas serán las ya incluidas en el plan de arreglo y las que puedan acordarse entre la Autoridad del Sahara Occidental y Marruecos.

El referendo será organizado por la ONU y podrán votar los mayores de 18 años que figuren en el censo de la ONU del 30 de diciembre de 1999 o que aparezcan en la lista de repatriación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) con fecha del 31 de octubre del 2000 o que hayan residido de forma continuada en el Sahara desde el 30 de diciembre de 1999.
Se elegirá una Autoridad para el Sahara Occidental y una Asamblea Legislativa en el plazo de un año desde la entrada en vigor del Plan, para estas elecciones el censo se compondrá de las personas de la lista de la ONU de 1999 y la de la ACNUR del 2000.

Las competencias de la Autoridad y de la Asamblea Legislativa serán las de gobierno local, las relaciones exteriores seguridad nacional y defensa quedan a cargo de Marruecos. La bandera, moneda, aduanas y correos serán las de Marruecos.
Existirá un Tribunal Supremo del Sahara Occidental nombrado por la persona elegida como presidente de la Autoridad de acuerdo con la Asamblea Legislativa.

Se tendrá especial cuidado en el respeto de los derechos humanos.

Las fuerzas armadas marroquíes y saharahuis serán acantonadas en el plazo de 90 días a partir de la fecha de entrada en vigor, aunque Marruecos podrá conservar el despliegue necesario para la defensa exterior y se crearán y existirán normalmente unas fuerzas de orden público que estarán bajo el mando de la Autoridad del Sahara Occidental.

En líneas generales están tratadas las disposiciones más importantes del Plan Baker II.

Cuando se dio a conocer este Plan, en mayo del 2003, todas las partes implicadas pusieron de manifiesto sus observaciones.
Marruecos seguía considerando inaplicable el referendo, y para tomar en consideración el Plan indicaba que tendría que modificar su Constitución para tener en cuenta las modificaciones que tendrían sus provincias del sur, no reconoce validez jurídica al censo del Alto Comisionado para Refugiados de la ONU, que la organización legislativa y jurídica que se creaba podía ser incompatible con la estructura de las mismas funciones en el reino de Marruecos, que el Rey de Marruecos no puede estar al mismo nivel que uno de sus súbditos. En resumen sigue considerando al Sahara Occidental como parte integrante de su reino.

Por su parte el POLISARIO tampoco estaba de acuerdo totalmente con el Plan, entre sus principales objeciones está la cuestión de la repatriación de los saharahuis y las garantías de protección en un territorio que durante el primer año sigue controlado por el ejército y la policía marroquí. Marruecos no puede ser responsable de la política exterior de un territorio cuando nadie reconoce su soberanía, además es la potencia ocupante, no la administradora. Sigue pensando que el plan de arreglo completado con los Acuerdos de Houston es la mejor base de partida para cualquier intento de solución. Pretende que para una correcta aplicación del Plan deben retirarse las fuerzas armadas y de seguridad de Marruecos así como los componentes de su administración actualmente en el territorio y esto sería absolutamente necesario para poder celebrar un referendo en condiciones de libertad.

Argelia ve indefinido y de ejecución muy complicada el primer año contado a partir de la aprobación del Plan, ya que durante ese año se produciría el regreso de los saharahuis, el acantonamiento de las fuerzas militares y las elecciones para la Autoridad del Sahara y la Asamblea Legislativa y propone que el Enviado Especial del Secretario General -en este momento vacante-asuma todas las competencias en el ínterin, tampoco ve la necesidad de un despliegue defensivo hacia el exterior de las fuerzas marroquíes al ser los países fronterizos Mauritania y Argelia que habrían dado su acuerdo a este Plan.

La cuestión de los posibles votantes puede dar lugar a conflictos al considerar dos censos el primero ya citado de la lista de la ONU y del ACNUR y para el referendo al cabo de los cuatro o cinco años estos votantes más los que lleven residiendo de manera permanente desde el 30 de noviembre de 1999 - se cambia el derecho de autodeterminación de los componentes de un pueblo por el derecho de autodeterminación de los residentes - y en definitiva considera que la ONU debe en este Plan ofrecer más garantías de un referendo libre y justo y de las posibilidades de aplicación de los resultados del mismo.

Mauritania no manifiesta reparos y reitera su confianza en la ONU, en lenguaje claro y paladino pasa olímpicamente.

Es muy probable que los retoques que se podrían hacer al Plan Baker II estén basados en el estudio de los inconvenientes presentados en su momento, 2003, por las partes interesadas, aunque el obstáculo más difícil proviene del empeño constante de Marruecos en dar por descontada la pertenencia del Sahara Occidental a su territorio nacional.

Un poco de luz se puede proyectar sobre el nuevo interés de los EE.UU. en llegar a una solución que estabilice el Magreb. En primer lugar, hacer resaltar su cambio en política exterior en relación con la administración anterior.

Motivos económicos, la posibilidad de la explotación de petróleo en la zona, lo que requiere condiciones de paz y seguridad, contrarrestar la penetración pacífica de China y de últimamente Rusia en África, desbancar o por lo menos cooperar con Francia en una zona que hasta ahora era casi de total dominio francés.

Apuntarse un éxito con la solución de un conflicto, aún más necesario después de la concesión del Nobel de la Paz a Barack Obama, que parece fácil de conseguir y que mitigaría algo las críticas por la intervención en Afganistán que presenta en este momento matices tormentosos.
Poder situar, aunque esto es un logro menor, el AFRICOM en territorio africano con lo que aparte de potenciar sus posibilidades de acción llevaría la idea a las naciones africanas que EE.UU. realiza una oferta de amistad y cooperación y es una alternativa a la ofrecida por otras potencias emergentes o no.

Implicarse en la lucha contra el terrorismo islámico de una manera más directa en el continente africano.

Por último y como ideal, algo utópico, favorecer la implantación de regímenes democráticos en las nuevas naciones nacidas a lo largo del proceso de descolonización llevado a cabo el siglo pasado y del que el Sahara Occidental es el último eslabón en África.

De no conseguirse pronto un acuerdo entre las dos partes dentro del Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas, podría llegarse a la aplicación del Capítulo VII, o sea la imposición de una solución a las dos partes, ya en el 2003 esta posibilidad fue propuesta por James Baker, propuesta que no salió adelante por la petición de España para que Estados Unidos no utilizara este camino.

Como conclusión, las posibilidades de un arreglo siguen estando lejanas debido a:
La ONU no es capaz de imponer su autoridad y se limita a propuestas que son rechazadas por una de las partes.

En las conversaciones una posición es firme ateniéndose a la legalidad y la otra es rígida sosteniendo una postura ilegal e imposible.

Marruecos, además de sus problemas internos, sigue pensando que el tiempo juega a su favor y que la resistencia del POLISARIO puede desmoronarse ante la falta de horizontes.

El problema no ofrece muchas variaciones pero quizás una posible solución debería fundamentarse en los puntos siguientes:
La ONU, con el apoyo de los EE.UU., debe ejercer su autoridad exigiendo a Marruecos que abandone el Sahara Occidental retirando sus fuerzas armadas y de seguridad junto con los restantes elementos de su administración.

La ONU administraría directamente el territorio para seguir con el proceso iniciado y cumplir, con un referendo de autodeterminación del pueblo saharahui, sus propias resoluciones.

Las personas con derecho a voto serían las que figuran en el censo de la ONU y las que están en la lista del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU.
Las preguntas del referendo podrían referirse a:
-Integración total en Marruecos.
-Integración en Mauritania.
-Integración en Marruecos con una amplia autonomía.
-Integración en Mauritania con amplia autonomía
-Independencia en la totalidad del territorio.
-Independencia en parte del territorio.

Esta solución tiene pocas posibilidades de ser llevada a la práctica pues es muy parecida a la presentada por Argelia que fue rechazada sin mayor discusión, por lo que se puede llegar a la aplicación del Capítulo VII ya citada.

ANTONIO RAMOS-YZQUIERDO ZAMORANO
Madrid, 9 de febrero del 2009