Marruecos no fue un Estado-Nación, unificado, antes del siglo XX. Más bien se trataba de un mosaico de tribus, muchas de las cuales fueron de vez en cuando gobernadas, sólo nominalmente, por el Majzen, el gobierno del Sultán.
Las regiones bajo la administración directa del Sultán generalmente eran las ciudades y los llanos cultivados, conocidos como "Bilad el Majzen", mientras que los que no controlaba el Sultán, principalmente las montañas del Rif y Atlas, recibían el nombre de "Bilad-es-Seba" (tierras disidentes).
Muy pocos sultanes marroquíes tuvieron poder y medios para controlar e imponer impuestos a las tribus bereberes. La mayor preocupación de los sultanes se centraba en combatir intrigas palaciegas, subyugar tribus rebeldes y defenderse de los agresores españoles y portugueses durante los siglos XV y XVI, y de los turcos, señores de la costa argelina, desde el siglo XVI al XIX, y luego de Francia que empezó su conquista de Argelia en 1870, sin contar las aspiraciones de otras potencias europeas en el mismo siglo.
Por tanto, la intervención de los sultanes marroquíes en el distante Sáhara tenía que ser limitada y esporádica. Cuando alguno, aprovechando los raros períodos de tranquilidad en casa, intervenía en el Sáhara era para asegurar el paso de las caravanas que a través del desierto se dirigían a Marruecos.
La clave para esto era controlar los oasis estratégicos, zocos, minas de sal y pozos; y así, durante el reinado de los sultanes más poderosos, el Majzen administró, temporalmente, unos pocos oasis lejanos tales como Gourara, Touat y Todikel que formaban una línea, casi continua, que se extendía desde los oasis de Tafilalet, en el SE marroquí, a través del Sáhara argelino en busca del valle del Níger.
Por las mismas razones el Majzen controló brevemente las "puertas" del Sáhara: los oasis y los zocos de los valles del Moein y del Banni, en la zona de transición presahariana entre los granjeros bereberes del Anti-Atlas y los nómadas árabes del Desierto Occidental. Algunas veces los sultanes nombraban cadíes para administrar zonas estratégicas, como el Noun o el Touat, situando guarniciones en ellas; pero durante otros períodos, que duraban décadas, o incluso un siglo, los sultanes eran demasiado débiles para ejercer control alguno sobre estos lejanos oasis, que por lo tanto se convertían en "Bilad-es-Seba" como las montañas del Atlas y del Rif.
En todo caso esta administración sólo fue posible donde había población sedentaria.
Pero al sur del Draa, en lo que hoy es el Sáhara Occidental y que llega hasta Adrar Temar, en Mauritania, no había oasis significativos, ni núcleos de población de ningún tipo, a excepción de Tindouf, donde los Tadyakani construyeron su ciudad mercantil en 1852. La zona descrita era del dominio de los nómadas, pastores de camellos, los "hijos de las nubes" a quienes el Majzen nunca intentó, ni hubiera podido, controlar.
Es posible que estos nómadas consideraran con respeto a los sultanes marroquíes como "Emir al Muminin" (Jefe de los Creyentes) el más poderoso caudillo del Magreb y por tanto Defensor del Islam en Occidente, título por primera vez usado por los sultanes almohades en el siglo XII.
Algunas tribus nómadas llegaron a mantener alianzas temporales (bayaa's) con gobernantes marroquíes necesitados de alcanzar sus objetivos estratégicos y comerciales a cambio de botín y ayuda contra las tribus rivales. En ocasiones llegaron a conceder dahires nombrando cadíes a los jefes de ciertas tribus. Pero estos dahires fueron muy escasos y siempre de corta vida.
La principal de las tribus que ahora viven en el Sáhara Occidental, los Erguibat, no ha reconocido nunca la soberanía del Sultán, y tienen una leyenda, que refleja su sentido de independencia, que narra que su fundador, Sidi Ahmed Erguibi,compró, en el siglo XVI, a un Sultán marroquí todos los derechos que pudiera tener al sur del río Draa.
Algunas otras tribus como Arosien, Ait Lhasen y Ulad Bu Sbaa recuerdan que sus fundadores, ante la agresión religiosa y tributaria de los sultanes, huyeron al desierto poniéndose fuera del alcance del Majzen.
En el Sáhara Occidental las tribus siempre han escogido sus propios jefes, y tomado las decisiones políticas, militares y jurídicas en sus asambleas soberanas o Yemáas.
Ni los más fuertes de los soberanos marroquíes se atrevieron nunca a administrar e imponer impuestos a estas tribus ni a interponerse en sus continuas luchas en forma de gazzis, el intentarlo hubiera sido imposible. Hizo falta que llegara el colonialismo europeo, con sus enormes recursos militares y económicos, para "pacificar" a los nómadas en el siglo XX y aún entonces con gran dificultad.