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Historia : El Aaiún, capital del Sahara Español

Aquellas primeras edificaciones en forma de huevo -”los huevos de Alonso”- construidas por el capitán Alonso Allustante en el lugar conocido por los naturales como el Aaiún llegaron a convertirse en una población de cierta entidad y a constituirse en la capital del Territorio. Su puerta de entrada era fundamentalmente el aeropuerto muy pequeño y sus instalaciones simples catenáricos no muy confortables y con una temperatura interior superior a la del medio ambiente, de modo que si se considera el aeropuerto como antesala de la ciudad se podría prever en el momento de poner los pies en él como sería aquella.


El Aaiún era una pequeña ciudad con unas señas de identidad específicas por razón de su entorno y similar a algunos pueblos españoles por la blancura de sus casas,  lo diáfano de su cielo y lo reducido de su población; lo específico: sus viviendas en forma de catenáricos o con el techo en bóveda, no utilizados en la Península y el carácter fundamentalmente militar de su población que imprimían su estilo de vida incluso entre aquellos cuya profesión no era la milicia.


Entre los edificios más notables se encontraban los correspondientes al Gobierno General del Sahara y la Secretaría General ambos en la plaza de España; el casino de Oficiales, en la avenida del Ejército, arteria principal de la ciudad, viejo edificio totalmente apuntalado por dentro y fuera, punto de cita y reunión de todos los oficiales, familiares y amigos y que a pesar de su deterioro, era un lugar simpático, agradable y muy familiar, sustituido posteriormente por otro de nueva construcción de mayor amplitud y señorío pero menos intimista y entrañable. La Residencia de Aviación en la calle de su mismo nombre, alegre y acogedora; la de Gobierno destinada a albergar principalmente a los funcionarios civiles aunque también podía ser utilizado por personal militar. Una "Misión" religiosa, nombre no muy apropiado dado que el Sahara no era tierra de misiones.


Con la Sección Femenina, que realizó una magnífica labor educativa entre las niñas saharauis, el Instituto y las dependencias de Aduanas y Delegación Gubernativa, se completa la relación de sus edificios más importantes y significativos.


Posteriormente se construyó un magnífico Parador y una buena piscina muy concurrida como era de esperar.


El Aaiún creció al amparo de los cuarteles que eran parte de su estructura urbana, y así se pueden enumerar los Acuartelamientos del Regimiento Mixto de Ingenieros, Grupo Regional de Intendencia, Automóviles, Parque de Artillería, Sanidad, Regimiento de Artillería de Campaña, Policía Territorial, Base de Parques y Talleres y los correspondientes a los Servicios de Farmacia, Veterinaria, Hospital Provincial, con una sala para el personal militar, cocheras de Gobierno, cuartel de la Compañía de Paracaidistas y enfrente, el del Grupo Nómada III.


En las afueras, la Base Aérea y con el tiempo, la Base de Helicópteros y en Cabeza de Playa, el campamento del Batallón de Instrucción de Reclutas (BIR), Batallón Disciplinario de Cabrerizas, la Comandancia de Marina y la Compañía de Mar. Hacia el Norte y pasada la Saguia, el Tercio Juan de Austria III de La Legión.


Mención especial merece un conjunto de barracones de aspecto exterior deplorable y un interior no menos lastimoso que se denominaba peyorativamente "Villa Latas", destinado al alojamiento de los oficiales del  Ejército de Tierra en habitaciones dobles, por supuesto, y asignados a las Unidades de la Guarnición. El correspondiente a Nómadas se encontraba entre los de Ingenieros y Artillería y a pesar de todas sus deficiencias cuando desaparecieron sustituidas por unas dignas habitaciones en las Residencias de los Cuerpos, "Villa Latas" fue recordada y añorado con nostalgia por cuantos en su día fueron sus inquilinos.


Para el esparcimiento, El Aaiún contaba con bares de dudosa higiene ( alguno conocido con el significativo nombre de "Pepe el Guarro", un cine: Las Dunas, discretamente digno donde proyectaban películas no muy actuales ni buenas, pero en compensación permitía pasar un rato agradable;  un local para la "Lucha canaria" y un cabaret con nombre tan emblemático y obligado como el de "El Oasis", regentado por su propietaria, "doña" Mercedes y como hombre "fuerte" Pepe "el bolígrafo", así denominado por la rara maestría y rapidez de uso que hacía del mencionado objeto, peligroso en sus manos para el cliente que, de no estar avisado, veía aumentar su cuenta de modo inopinado, escandaloso y no ajustado al consumo realizado. A este "cabaret" llegaban de forma regular unos "ballets"  animados de la mejor voluntad para agradar al público y la esperanza de hacer fortuna.


Posteriormente se construyó un moderno Parador y una buena piscina que, como era de esperar estaba muy concurrida.Como síntesis a esta somera presentación de la ciudad, es de señalar que la impresión primera que recibía el recién llegado era la de encontrarse en un lugar limpio, donde la amistad, confianza y compañerismo prevalecía por encima de cualquier otra valoración y todo impregnado de un fuerte estilo castrense.